Por Granzotto / Lacan
Acercamos una entrevista realizada a Lacan por el periódico italiano Panorama. La misma fue realizada en los comienzos del dictado del seminario R.S.I., perteneciente a lo que muchos llaman “la última enseñanza de Lacan”. Pero, ¿existe un progreso en la obra de Lacan?, ¿hay una especie de evolución: un primer, un segundo y último Lacan? Luego de leer esta entrevista, el lector podrá sacar sus propias conclusiones…
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Entrevista de Jacques Lacan con Emilia Granzotto para el periódico Panorama, en Roma, el 21 de noviembre de 1974.
El malestar de la civilización moderna. La dificultad de vivir. El miedo y el sexo. La palabra como tratamiento de la neurosis. La angustia de los científicos. El psicoanalista viviendo lo más paradojal expone su doctrina y las razones de su fidelidad al maestro.
Jacques Lacan, 73 años, parisino, psicoanalista. Apóstol de Sigmund Freud. Se define como un < freudiano puro> y ha fundado en París una escuela freudiana que repropone infatigablemente, desde hace veinte años el retorno a las doctrinas del maestro y su relectura “en sentido literal”. Es considerado como herético del psicoanálisis oficial que lo acusa de histrionismo (Emilio Servadio, Presidente del Centro Psicoanalítico de Roma, lo ha definido como “profeta de opereta” y lo ha expulsado de instituciones y sociedades).
Es venerado como un dios por sus seguidores, para los cuales él es “un genio que comunica por flashes”. Políticamente de izquierda, próximo al grupo marxista maoísta que dirige la revista Tel quel. Padre espiritual, se ha dicho, de todos los izquierdistas franceses. Es igualmente un personaje legendario por el tono de profeta con el cual él despliega sus escritos, incomprensibles para cualquiera que no conozca profundamente los misterios del psicoanálisis, definido, en uno de sus ensayos, “como nada más que un artífice al cual Freud ha dado los fundamentos estableciendo que su conjunto engloba la noción de tales fundamentos”.
Sus conferencias y lecciones de los miércoles en la Facultad de Derecho de la Sorbonne son seguidas por una multitud de auditores, a pesar del lenguaje hablado tan confuso, así como sus escritos. El mismo dice: “Yo hablo a media palabra, es conocido, y al final nadie comprende nada.”.
Mezcla palabras muy complejas (homeostasis, anamorfosis, afánisis) con neologismos que inventa a quemarropa (el más célebre es ser hablante, sea el ser hablante, sea el hombre). Utiliza indiferentemente términos de jerga o directamente eufemismos buenazos al límite del ridículo; el falo, protagonista y dios feroz de la religión psicoanalítica, deviene simplemente e irónicamente en el lenguaje de Lacan, pito.
Bajo, cabello gris corto cepillado y siempre cuidadosamente peinado, una vaga semejanza que no le desagrada con Jean Gabin, ese monstruo sagrado de la cultura francesa se viste siempre como un dandi: camisa blanca bordada, cerrada al cuello con una banda abotonada como los sacerdotes, saco de terciopelo color ciruela o damasco por lo cual el tejido reúne lo brillante y lo mate.
En su consultorio de la calle 5 de Lille, con su sofá imperio, Lacan recibe él Todo- París que cuenta.
Lacan se proclama estructuralista, está convencido que lingüística y psicoanálisis son hermanas, y que los analistas “deberían tener una cultura sociológica, lingüística y metafísica”. Sus ensayos están compilados en un volumen que se titula Escritos, ha vendido decenas de miles de ejemplares.
Panorama le ha solicitado a Lacan hablar de psicoanálisis, de sus métodos, en la técnica y la doctrina.
Emilia Granzotto
***
Panorama: Profesor Lacan, se escucha hablar más y más a menudo de la crisis del psicoanálisis: se dice que Sigmund Freud está superado, la sociedad moderna ha descubierto que su doctrina no alcanza a comprender al hombre ni a interpretar a fondo su relación con el ambiente, con el mundo…
Lacan: Son historias. En primer lugar: la crisis, no existe. No está, el psicoanálisis, al contrario, no ha alcanzado del todo sus límites. Hay aún muchas cosas para descubrir tanto en la práctica como en la doctrina. En el psicoanálisis no hay solución inmediata, sino solamente la larga y paciente investigación acerca de los porqués. En segundo lugar: Freud. ¿Cómo se lo puede juzgar como superado si no lo hemos comprendido enteramente? Lo que sabemos es que ha dado a conocer cosas totalmente novedosas que no se habían imaginado antes de él, problemas… del inconsciente hasta la importancia de la sexualidad, del acceso a lo simbólico al sujetamiento a las leyes del lenguaje.
Su doctrina ha puesto a la verdad en cuestión, un asunto que concierne a cada uno personalmente. Nada que ver con una crisis. Repito: estamos lejos de los objetivos de Freud. Es porque su nombre ha servido para cubrir muchas cosas que ha habido desviaciones, los epígonos no han seguido siempre fielmente el modelo, eso ha creado la confusión.
Después de su muerte en 1939, algunos de sus alumnos pretendieron hacer el psicoanálisis de otra manera, reduciendo su enseñanza a algunas pequeñas fórmulas banales: la técnica como rito, la práctica reducida al tratamiento del comportamiento y, como objetivo, la readaptación del individuo a su entorno social. Es decir, la negación de Freud, un psicoanálisis acomodaticio, de salón.
Él mismo lo había previsto. Decía que hay tres posiciones imposibles de sostener, tres tareas imposibles: gobernar, educar y psicoanalizar. Hoy día poco importa quién tiene las responsabilidades de gobernar y todo el mundo se pretende educador. En cuanto a los psicoanalistas, ¡ay!, por desgracia prosperan como los magos y los curanderos. Proponer ayudar a las personas significa el éxito asegurado y la clientela detrás de la puerta. El psicoanálisis es otra cosa.
Panorama: ¿Qué exactamente?
Lacan: Lo defino como un síntoma, revelador del malestar de la civilización en la cual vivimos. No es ciertamente una filosofía, yo aborrezco la filosofía, hace ya tiempo que ella no dice nada interesante. No es tampoco una fe y tampoco me va llamarla ciencia. Digamos que es una práctica que se ocupa de aquello que no anda, terriblemente difícil ya que pretende introducir en la vida cotidiana al imposible y al imaginario. Hasta ahora, ha obtenido ciertos resultados, pero no dispone aún de reglas y se presta a toda suerte de equívocos.
No hay que olvidar que se trata de algo totalmente nuevo, tanto sea en relación a la medicina, o a la psicología o a las ciencias afines. Es asimismo muy joven. Freud murió apenas hace 35 años. Su primer libro, “La interpretación de los sueños” fue publicado en 1900 y con muy poco éxito. Creo que fueron vendidos unos 300 ejemplares en aquellos años. Tenía pocos alumnos que pasaban por locos y ellos mismos no estaban de acuerdo acerca de la manera de poner en práctica y de interpretar aquello que habían adquirido.
Panorama: ¿Qué es lo que no anda en el hombre hoy en día?
Lacan: Hay una gran fatiga de vivir como resultado de la carrera hacia el progreso. Se espera del psicoanálisis que descubra hasta dónde se puede llegar arrastrando esa fatiga, ese malestar de la vida.
Panorama: ¿Qué es lo que empuja a la gente a analizarse?
Lacan: El miedo. Cuando al hombre le llegan las cosas, incluso las cosas que ha querido, que no comprende, tiene miedo. Sufre de no comprender y poco a poco entra en un estado de pánico. Es la neurosis. En la neurosis histérica el cuerpo deviene enfermo del miedo de estar enfermo sin estarlo realmente. En la neurosis obsesiva el miedo pone cosas bizarras en la cabeza… pensamientos que no se pueden controlar, fobias en las cuales formas y objetos adquieren significaciones diversas y espantosas.
Panorama: ¿Por ejemplo?
Lacan: El neurótico llega a sentirse empujado por una necesidad espantosa de tener que verificar docenas de veces si la canilla está cerrada de verdad o si tal cosa está bien en su lugar, sabiendo con certeza que la canilla está como debe estar y que la cosa está en su lugar. No hay pastilla que cure eso. Tú debes descubrir por qué eso te llega y saber lo que eso significa.
Panorama: ¿Y el tratamiento?
Lacan: El neurótico es un enfermo que se trata con la palabra, sobre todo con la suya. Debe hablar, contar, explicar él mismo. Freud lo define así: “asunción de la parte del sujeto de su propia historia, en la medida en que ella está constituida por la palabra dirigida a otro”. El psicoanalista no tiene mas remedio que ser el rey de la palabra. Freud explicaba que el inconsciente no es tanto profundo sino más bien que es inaccesible a la profundización consciente. Y decía también que en ese inconsciente “ello habla”: un sujeto en el sujeto trascendiendo al sujeto. La palabra es la gran fuerza del psicoanálisis.
Panorama: ¿Palabra de quien? ¿Del enfermo o del analista?
Lacan: En el psicoanálisis, los términos “enfermo, médico, medicina” no son exactos, no son utilizados. Incluso las fórmulas pasivas que son utilizadas habitualmente no son justas. Se dice “hacerse psicoanalizar”. Es falso. Aquel que hace el trabajo en análisis es aquel que habla, el sujeto analizante mismo si el lo hace según el modelo sugerido por el analista que le indica cómo proceder y lo ayuda con sus intervenciones. Las interpretaciones que les son proporcionadas parecen dar sentido en un primer abordaje a aquello que el analizante dice.
En realidad la interpretación es más sutil, tiende a borrar el sentido de las cosas por las cuales el sujeto sufre. El objetivo es el de mostrarle a través de su propio relato que su síntoma, digamos la enfermedad, no está en relación con nada, que está desanudada de todo sentido. Incluso, si en apariencia es real, él no existe.
Las vías por las cuales esta acción de la palabra procede pide mucha práctica y una paciencia infinita. La paciencia y la ponderación son los instrumentos del psicoanálisis. La técnica consiste en saber ponderar la ayuda que se le da al analizante; es por esto que el psicoanálisis es difícil.
Panorama: Cuando se habla de Jacques Lacan, se asocia inevitablemente ese nombre a una fórmula: “el retorno a Freud”. ¿Qué significa eso?
Lacan: Exactamente eso que es dicho. El psicoanálisis es Freud. Si se quiere hacer psicoanálisis, hay que referirse a Freud, en sus términos, en sus definiciones, leídas e interpretadas en su sentido literal. He fundado en París una escuela freudiana justamente para eso. Hace 20 años o más que vengo explicando mi punto de vista: el retorno a Freud simplemente significa despejar el campo de las desviaciones y de los equívocos, de las fenomenología existenciales por ejemplo tanto como del formulismo institucional de las sociedades analíticas, retomando la lectura de su enseñanza según los principios definidos y catalogados en su trabajo. Releer Freud quiere decir solamente releer Freud. Aquel que no hace esto en psicoanálisis, utiliza formas abusivas.
Panorama: Pero Freud es difícil. Y Lacan, dicen, lo torna incomprensible. Se le reprocha a Lacan hablar y sobre todo escribir de tal manera que solamente aquellos iniciados pueden esperar comprender.
Lacan: Lo sé, tengo la reputación de ser un oscuro que esconde su pensamiento en nubes de humo. Yo me pregunto el porqué. A propósito del análisis, respeto conjuntamente con Freud que sea “el juego intersubjetivo a través del cual la verdad entre en el real”. ¿No está claro? Pero el psicoanálisis no es una cosa simple.
Mis libros tienen reputación de incomprensibles. ¿Pero por quién? No los he escrito para todos, para que sean comprendidos por todos. Al contrario, no me he preocupado ni un instante de complacer a algunos lectores. Tengo cosas para decir y las digo. Me es suficiente tener un público que lee, y si no comprende, paciencia. En cuanto al número de lectores, tengo mas chance que Freud. Mis libros son muy leídos; estoy asombrado por eso.
Estoy convencido que dentro de 10 años como máximo, quien me lea me encontrará transparente como una buena jarra de cerveza. Es posible que entonces se diga: ¡ese Lacan, es banal!
Panorama: ¿Cuáles son las características del lacanismo?
Lacan: Es un poco apresurado decirlo ya que el lacanismo no existe aún. Se percibe apenas un olor, como un presentimiento.
Sea lo que sea, Lacan es un señor que practica el psicoanálisis hace 40 años y que estudia desde hace más tiempo. Creo en el estructuralismo y en la ciencia del lenguaje. He escrito en uno de mis libros que “ aquello a lo cual nos devuelve el descubrimiento de Freud es a la importancia del orden en el cual hemos entrado, en el que somos, si se puede decir, nacidos por segunda vez, saliendo del estado llamado justamente infans, sin palabra”.
El orden simbólico sobre el cual Freud ha fundado su descubrimiento está constituido por el lenguaje, como momento del discurso concreto universal. Es el mundo de las palabras que creó el mundo de las cosas, inicialmente confusas en el devenir del todo. Solamente las palabras dan un sentido cabal a la esencia de las cosas. Sin las palabras, nada existiría. ¿Cuál sería el placer sin el intermediario de la palabra?
Mi idea es que Freud al enunciar en sus primera obras (“La interpretación de los sueños”, “Mas allá del principio del placer”, “Tótem y tabú”) las leyes del inconsciente formuló, como precursor de su tiempo, las teorías con las cuales algunos años mas tarde Ferdinand de Saussure abrió el camino de la lingüística moderna.
Panorama: ¿Y el pensamiento puro?
Lacan: Sometido, como todo el resto, a las leyes del lenguaje, solamente las palabras pueden introducir y darle consistencia. Sin el lenguaje, la humanidad no daría un paso hacia el frente en las investigaciones acerca del pensamiento. Del mismo modo para el psicoanálisis. Sea cual sea la función que quisiéramos atribuirle, agente de cura, de formación o de sondeo, no hay más que un medium del que se sirve: la palabra del paciente. Y cada palabra pide respuesta.
Panorama: ¿El análisis como diálogo? Hay gente que lo interpretan sobretodo como un sucedáneo laico de la confesión…
Lacan: ¿Pero qué confesión? Al psicoanalista no se le confiesa nada. Se va a decirle simplemente todo lo que se le pasa por la cabeza. Palabras precisamente. El descubrimiento del psicoanálisis, es el del hombre como animal parlante. Es asunto del analista el poner en serie las palabras que escucha y de darle un sentido, una significación. Para realizar un buen análisis, hace falta un acuerdo, una afinidad entre el analizante y el analista. A través de las palabras de uno, el otro busca hacerse una idea de lo que se trata y a encontrar más allá del síntoma aparente, el difícil nudo de la verdad. Otra función del analista es la de explicar el sentido de las palabras para hacer comprender al paciente acerca de lo que puede esperar del análisis.
Panorama: Entonces es una relación de una extrema confianza.
Lacan: Sobre todo un intercambio, en el cual lo importante es que uno habla y el otro escucha. Aún en silencio. El analista no plantea preguntas y no tiene ideas. Da solamente las respuestas que hace falta dar a las preguntas que suscitan sus buenas ganas. Pero a fin de cuentas, el analizante va siempre a donde el analista lo lleva.
Panorama: Eso es la cura. ¿Y acerca de las posibilidades de curación? ¿Se sale de la neurosis?
Lacan: El psicoanálisis tiene éxito cuando vacía el campo tanto del síntoma como del real, y así llega a la verdad.
Panorama: ¿Podría explicarme ese concepto de una manera menos lacaniana?
Lacan: Yo llamo síntoma a todo aquello que viene del real. Y el real es todo aquello que no anda, que no funciona, eso que hace obstáculo a la vida del hombre y a la afirmación de su personalidad. El real vuelve siempre al mismo lugar, se lo encuentra siempre allí con las mismas manifestaciones. Los científicos disponen de una bella fórmula: que no hay nada de imposible en el real. Hace falta ser un caradura para hacer afirmaciones de ese género, o bien como yo lo sospecho, una ignorancia total acerca de lo que se hace y de lo que se dice. El real y el imposible son antitéticos; no pueden estar juntos. El análisis empuja al sujeto hacia el imposible, le sugiere considerar el mundo como es verdaderamente, es decir imaginario y sin ningún sentido. Mientras que el real, como un pájaro voraz, no hace otra cosa que nutrirse de cosas sensatas, de acciones que tienen un sentido.
Se escucha siempre repetir que hay que darle un sentido a esto o a aquello, a sus propios pensamientos, a sus propias aspiraciones, a los deseos, al sexo, a la vida. Pero de la vida no sabemos nada de nada, cómo se sofocan los científicos por explicar. Mi miedo es que por culpa de ellos, el real, cosa monstruosa que no existe, termine tomando la delantera. La ciencia está en tren de sustituir a la religión, con otro tanto de despotismo, de oscuridad y de oscurantismo. Hay un dios átomo, un dios espacio, etc. Si la ciencia o la religión lo logran, el psicoanálisis está acabado.
Panorama: ¿Qué relación guardan entre sí hoy día la ciencia y el psicoanálisis?
Lacan: Para mí la única ciencia verdadera, seria para seguir es la ciencia ficción. La otra, aquella que es oficial, que tiene sus altares en los laboratorios, avanza a tientas y a locas y comienza a tener miedo de su sombra. Pareciera que a los científicos también les llegó el momento de angustia. En sus laboratorios asépticos revestidos de sus guardapolvos almidonados, esos viejos niños que juegan con cosas desconocidas, manipulando aparatos siempre más complicados e inventando fórmulas siempre más oscuras, comienzan a preguntarse qué es lo que podrá sobrevenir mañana y qué terminarán aportando sus investigaciones siempre novedosas. En fin, digo. ¿Y si es demasiado tarde? Se llamen biólogos, físicos, químicos, para mí están locos.
Solamente por el momento, mientras están en vías de destruir el universo, les viene al espíritu preguntarse si por azar eso que hacen no sería peligroso. ¿Y si todo saltara? ¿Y si las bacterias tan amorosamente elevadas en los blancos laboratorios se trasmutasen en enemigos mortales? ¿Y si el mundo fuera barrido por una horda de esas bacterias con todo lo merdoso que lo habita, comenzando por los científicos de los laboratorios? Hay tres posiciones imposibles dichas por Freud: gobernar, educar y psicoanalizar. Agregaría una cuarta: la ciencia. Tan cerca como las demás, los científicos no saben que están en una posición insostenible.
Panorama: Es una definición bastante pesimista de aquello que comúnmente se llama progreso.
Lacan: Para nada, no soy para nada pesimista. No llegará a nada, por la simple razón de que el hombre es un bueno para nada, incapaz de destruirse a sí mismo. Una calamidad total promovida por el hombre, eso lo encontraría personalmente maravilloso. Sería la prueba de que finalmente ha logrado fabricar alguna cosa con sus manos, con su cabeza, sin intervención divina, natural o de otra especie.
Todas esas bellas bacterias bien nutridas que se pasean por el mundo, como las langostas bíblicas, significarían el triunfo del hombre. Pero eso no llegará jamás. La ciencia tiene su buena crisis de responsabilidad. Todo reentrará en el orden de las cosas, como se dice. Lo he dicho, el real tendrá la superioridad como siempre y nosotros estaremos jodidos como siempre.
Panorama: Otra de las paradojas de Jacques Lacan. Nos lanza no solamente la dificultad del lenguaje y la obscuridad de los conceptos, los juegos de palabras, los divertimentos lingüísticos, los acertijos a la francesa y precisamente las paradojas. Aquel que lo escucha o lo lee debe de sentirse desorientado.
Lacan: No agrado del todo, digo las cosas muy seriamente. Salvo que utilice las palabras como lo los científicos, de los que hablamos antes, utilizan sus alambiques y sus gadgets electrónicos. Busco siempre referirme a la experiencia del psicoanálisis.
Panorama: Usted dijo: el real no existe. Pero el hombre medio sabe que el real es el mundo, todo aquello que lo rodea, lo que se ve ante el ojo desnudo, se toca, es…
Lacan: De entrada rechacemos a este hombre medio que, él, para comenzar no existe, es solamente una ficción estadística, existen los individuos y eso es todo. Cuando escucho hablar del hombre de la calle, de los sondeos, de los fenómenos de masa o de cosas parecidas, pienso en todos los pacientes que he visto pasar sobre el diván de mi consultorio en cuarenta años de escucha. No hay uno solo que sea parecido a otro, ninguno con la misma fobia, la misma angustia, la misma manera de relatar, el mismo miedo de no entender. El hombre medio, ¿quién es?, ¿Yo, usted, nosotros, mi conserje, el presidente de la república?
Panorama: Hablamos del real, del mundo que todos vemos…
Lacan: Precisamente. La diferencia entre el real, a saber, eso que no va y el simbólico y el imaginario, a saber, la verdad, es que el real es el mundo. Para constatar que el mundo no existe, que no es, hace falta pensar en todas las cosas banales que una infinidad de gente estúpida creen que es el mundo. E invito a los amigos de Panorama, antes de acusarme de paradoja, a reflexionar acerca de lo que acaban de leer.
Panorama: Siempre más pesimista se diría…
Lacan: No es cierto. No me coloco entre los alarmistas ni entre los angustiados. Estupendo si un psicoanalista no ha dejado atrás su estado de la angustia. Es cierto, hay alrededor de nosotros cosas horripilantes y devorantes, como es la televisión, por la cual la mayoría de nosotros se encuentra regularmente fagocitada. Pero es únicamente porque las personas se dejan fagocitar que llega a inventarse un interés para aquellos que los ven. Luego hay otros gadgets monstruosos tan devorantes, los cohetes en la luna, las investigaciones en el fondo del mar, etc, cosas que devoran, pero no hay de qué hacer un drama. Estoy seguro que cuando hayamos tenido los cohetes, la televisión y todas las otras malditas investigaciones para la vida, encontraremos otras cosas para ocuparnos. Hay una reviviscencia de la religión ¿no? ¿Y qué mejor monstruo devorante que la religión, una feria continua con la cual entretenerse durante siglos como ya ha sido demostrado?
Mi respuesta a todo ello es que el hombre siempre supo adaptarse al mal. El solo real concebible al que tenemos acceso es precisamente este y hay que darse una razón. Dar un sentido a las cosas como se dice. De otro modo el hombre no tendría angustia. Freud no habría devenido célebre y yo no sería profesor del colegio.
Panorama: Las angustias, ¿son todas ellas siempre de ese tipo o bien hay angustias ligadas a ciertas condiciones sociales, a ciertas etapas históricas, a ciertas latitudes?
Lacan: La angustia del científico que tiene miedo de sus propios descubrimientos puede parecer reciente, pero ¿qué sabemos nosotros de aquello que les llegó en otras épocas, de los dramas de otros investigadores? La angustia del obrero remachado a la cadena de montaje como al remo de una galera, esa es la angustia de hoy día. ¿O más simplemente está ligada a las definiciones y a las palabras de hoy?
Panorama: Pero ¿qué es la angustia para el psicoanálisis?
Lacan: Algo que se sitúa en el exterior de nuestro cuerpo, un miedo, un miedo de nada más que del cuerpo – comprometido el espíritu -pueda motivar. En suma, el miedo del miedo. Mucho de esos miedos, mucha de esas angustias, al nivel donde lo percibimos, tienen alguna cosa que ver con el sexo.
Freud decía que la sexualidad para el animal parlante que se llama el hombre, no tiene ni remedio ni esperanza. Uno de los deberes del analista es el de encontrar en las palabras del paciente el nudo entre la angustia y el sexo, ese gran desconocido.
Panorama: Ahora que se coloca al sexo en todas las salsas, sexo en el cine, en el teatro, en la televisión, en los diarios, en las canciones, en la playa, se oye decir que la gente está menos angustiada concerniente a los problemas ligados a la esfera sexual. Los tabúes han caído, se dice, el sexo ya no da miedo…
Lacan: La sexomanía galopante es solamente un fenómeno publicitario. El psicoanálisis es una cosa seria que comporta, y lo repito, una relación estrictamente personal entre dos individuos: el sujeto y el analista. No existe psicoanálisis colectivo, como no existen angustias o neurosis de masas.
Que el sexo sea puesto a la orden del día y expuesto en todos los rincones de las calles, tratado de la misma manera que no importa cual detergente en los carruseles televisivos, no constituye absolutamente promesa alguna de beneficio. No digo que esté mal. Ciertamente, eso no sirve para asistir a las angustias y a los problemas singulares. Eso forma parte del mundo, de esa falsa liberación que nos es proporcionada como un bien acordado desde lo alto por la susodicha sociedad permisiva. Pero eso no sirve al nivel del psicoanálisis.
Entrevista en francés: https://docs.google.com/file/d/0Bwg0cQp_QEwAM3VueVNmVF9XS3M/edit?pli=1#
Traducción: Lic. Olga Mabel Máter y Prof. Alejandra Freschi.
Fuente: Entrevista de Jacques Lacan con Emilia Granzotto para el periódico Panorama (en italiano), en Roma, el 21 de noviembre de 1974.
Versión original en italiano: FREUD PER SEMPRE – Internista con Jacques Lacan
Versión original en francés: FREUD POUR TOUJOURS – Entretien avec J. Lacan
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